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miércoles, 28 de noviembre de 2012
“GRUPOS COMERCIALES: EMPRESAS MUSICALES”
Aquí os dejamos el texto incluido en el folleto que se repartió con la entrada a los asistentes a la Sorgin Gaua 2012
“GRUPOS COMERCIALES: EMPRESAS MUSICALES”
El avance del capitalismo es cada día más palpable, hasta el punto de que incluso muchos de los ambientes que se autodenominan combativos en realidad son sistema. En los últimos años se han convertido en el escenario de actuación de artistillas sin escrúpulos que han tenido el coraje de asumir la lucha de otrxs para engordar su bolsillo. Se auto impulsan en la filosofía sincera de otrxs para darse a conocer y alcanzar la fama y reproducir los mismos esquemas capitalistas, solo que adornados con etiquetas de “alternativo” o “revolucionario”. Y es que el verdadero problema aquí no son los Justin Bieber, Rihanna o 40 principales, ya que todxs sabemos quiénes son y qué hacen, es decir, no llevan ninguna “careta” y se presentan tal y como son: productos desinados a las masas para ser comercializados, sin mensaje político alguno. Son mucho más peligrosas esas bandas musicales que, dándoselas de anarquistas/ anticapitalistas/ socialistas/ etc., a la hora de gestionarse hacen lo mismo que los citados anteriormente. Camuflados en eslóganes baratos, convierten la ideología en marketing, sembrando confusión y contaminando la lucha.
Las canciones se convierten en productos prefabricados que se ajustan a los gustos y a la demanda del público. En vez de ganárselo a base de letras de amor y fiesta, en este caso se hace mediante discursos pseudo revolucionarios de fácil calado. El objetivo es el mismo: lucrarse; la meta: triunfar. No hay que irse muy lejos ni pensar en multinacionales para encontrarse con estos casos. Estamos rodeadxs de empresas musicales que por tocar una hora de repertorio se llevan miles y miles de euros cuando el colectivo que ha organizado el evento, con muchas más horas de esfuerzo, solo ve unos cuantos cientos de beneficio (en el mejor de los casos). Cuando la gente, por matarse a currar, en la mayoría de casos en un mes no cobra ni la mitad que ellos en un solo concierto. Es lo que pasa cada vez más a menudo, por ejemplo, en los recintos de txoznas. Y ahí gran parte de la culpa la tienen los colectivos y plataformas que contratan a estos traficantes de cultura, pues se ha impuesto la mentalidad de que no es posible autogestionar la fiesta.
Algunas txoznas, gaztetxes, bares “del rollo” o festis “combativos” cada vez se equiparan más a los locales de ocio convencionales y solo se tiene en cuenta la rentabilidad, que se busca contratando a un conglomerado de grupúsculos pertenecientes a un circuito musical bastante cerrado. Son los que tienen las herramientas capitalistas necesarias para llegar a las masas y el resto quedan excluidos por no ser famosos. Esta espiral de consumo y podredumbre cultural y moral no solo afecta a los grupos, sino que también la música pinchada se ve infectada, y jóvenes apáticxs agitan sus cuerpos al ritmo de melodías discotequeras y letras que muchas veces traspasan los límites de lo machista.
La Sorgin Gaua es una demostración práctica de que es viable otra forma de ver la música y la cultura, un modo coherente de compaginar ocio y lucha, de reivindicar, aprender y disfrutar al mismo tiempo. Con buenas dosis de curro e ilusión se logra esto y a la vez difundir el trabajo de quienes apuestan por la autogestión. Protejamos la cultura.
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